Finou Fidel Castro. Venres 25 de novembro de 2015
Fillo de Ángel Castro Argiz, emigrante galego e de Lina Ruz González, foi educado nos xesuítas. En 1950 licenciouse en Dereito pola Universidade da Habana.
EN DIRECTO HOMENAXE INTERNACIONAL EN CUBA:
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Sangue galega enfrontada o Imperio
¡ Que descanse en paz !
'EL NECIO'
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Para no hacer de mi ícono pedazos,
para salvarme entre únicos e impares,
para cederme un lugar en su parnaso,
para darme un rinconcito en sus altares.
Me vienen a convidar a arrepentirme,
me vienen a convidar a que no pierda,
mi vienen a convidar a indefinirme,
me vienen a convidar a tanta mierda.
yo no se lo que es el destino,
caminando fui lo que fui.
allá dios, que será divino.
yo me muero como viví,
yo me muero como viví.
yo quiero seguir jugando a lo perdido,
yo quiero ser a la zurda más que diestro,
yo quiero hacer un congreso del unido,
yo quiero rezar a fondo un "hijo nuestro".
Dirán que pasó de moda la locura,
dirán que la gente es mala y no merece,
más yo seguiré soñando travesuras
(acaso multiplicar panes y peces).
yo no se lo que es el destino,
caminando fui lo que fui.
allá dios, que será divino.
yo me muero como viví,
yo me muero como viví.
yo me muero como viví,
como viví
yo me muero como viví.
Dicen que me arrastrarán po sobre rocas
cuando la revolución se venga abajo,
que machacarán mis manos y mi boca,
que me arrancarán los ojos y el badajo.
será que la necedad parió conmigo,
la necedad de lo que hoy resulta necio:
la necedad de asumir al enemigo,
la necedad de vivir sin tener precio.
yo no se lo que es el destino,
caminando fui lo que fui.
allá dios, que será divino.
yo me muero como viví.
yo me muero como viví.
Silvio Rodríguez
Condena unánime de las sanciones económicas de Estados Unidos contra Cuba. Por Salim Lamra
*Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Cuba, ¡palabra a la defensa!, Hondarribia, Editorial Hiru, 2016.
Por
vigesimoquinto año consecutivo, la Asamblea General de las Naciones
Unidas expresó su condena del bloqueo económico, comercial y financiero
que Washington impone a Cuba desde hace más de medio siglo. Las
sanciones obsoletas –se remontan a la Guerra Fría–, inmorales –afectan a
las categorías más vulnerables de la población civil– e ilegales –por
su alcance retroactivo y extraterritorial– constituyen el principal
obstáculo al desarrollo de la isla.[1]
De los 193
países presentes en el encuentro anual, 191 exhortaron a Estados Unidos a
poner fin al castigo infligido a la población cubana y que afecta a
todos los sectores de la sociedad. Por primera vez desde 1992, año de la
presentación inicial por Cuba de la resolución que exige la eliminación
de las medidas de retorsión económica impuestas desde 1960, Washington
decidió abstenerse durante el voto, reconociendo así el fracaso de su
política de hostilidad hacia los cubanos así como la realidad de su
aislamiento en la escena internacional. Israel, que siempre siguió el
voto de Estados Unidos, también optó por la abstención[2].
Samantha
Power, representante de Estados Unidos en las Naciones Unidas, anunció
durante su alocución la decisión de la Casa Blanca de no rechazar el
texto de resolución como los años anteriores:
“Durante
más de 50 años, Estados Unidos ha aplicado una política destinada a
aislar al Gobierno de Cuba. Desde hace más de un cuarto de siglo, los
miembros de las Naciones Unidas han votado de modo unánime a favor de la
resolución […] que condena el embargo de Estados Unidos. […] En vez de
aislar a Cuba, […] nuestra política ha aislado a Estados Unidos, incluso
en el seno de las Naciones Unidas. Hoy, Estados Unidas optará por la
abstención. Es otro paso modesto y esperamos que habrá otros muchos para
poner fin al embargo americano”.[3]
Esta
votación histórica se enmarca en la continuidad de las medidas que ha
adoptado Barack Obama desde el restablecimiento del diálogo con La
Habana el 17 de diciembre de 2014. Desde esa fecha, la Casa Blanca
procedió a la liberación de tres presos políticos cubanos y retiró a
Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo. También
anunció varias veces –seis en total– parsimoniosas reducciones de las
sanciones económicas, aunque su alcance sigue siendo muy limitado. Así,
desde hace dos años, la administración demócrata reanudó las relaciones
diplomáticas con Cuba, procedió a la reapertura de una embajada en La
Habana, restableció los vuelos comerciales directos entre ambos países,
amplió las categorías (12 en total) de ciudadanos estadounidenses
autorizados a viajar a Cuba y dio su acuerdo para algunas inversiones
estadounidenses en la isla, particularmente en el campo de las
telecomunicaciones. La visita histórica de Barack Obama a Cuba en marzo
de 2016 consagró esta nueva era para las relaciones entre La Habana y
Washington.
Las últimas
medidas se anunciaron el 14 de octubre de 2016, o sea dos semanas antes
de la votación en las Naciones Unidas, y permiten, entre otros, a los
ciudadanos estadounidenses autorizados a viajar a Cuba que traigan ron y
tabaco cubanos sin límite de cantidad. No obstante, Washington prohíbe
todavía la importación clásica de estos mismos productos en el mercado
estadounidense. Del mismo modo, Barack Obama anunció en marzo de 2016
que en adelante Cuba podría usar el dólar para sus transacciones
internacionales. Más de seis meses después de este anuncio, La Habana
todavía no ha podido realizar intercambios en moneda estadounidense, por
el temor de los bancos internacionales de ser sancionados por el
Departamento del Tesoro de Estados Unidos.[4]
El Gobierno
cubano, mediante su ministro de Relaciones Exteriores Bruno Rodríguez,
saludó el gesto de Barack Obama. No obstante, recordó que las sanciones
económicas aún seguían vigentes:
“Sin
embargo, el bloqueo económico, comercial y financiero persiste, provoca
daños al pueblo cubano y obstaculiza el desarrollo económico del país.
[…] No hay familia cubana ni sector en el país que no sufra sus efectos:
en la salud, la educación, la alimentación, en los servicios, los
precios de los productos, en los salarios y las pensiones. […] Por su
marcado carácter extraterritorial, el bloqueo también afecta
directamente a todos los Estados miembros de las Naciones Unidas”.[5]
Ninguna
administración ha ido tan lejos en la normalización de las relaciones
con Cuba como la de Barack Obama. No obstante, mientras que su último
mandato llega a su fin, el presidente de Estados Unidos no ha usado sus
prerrogativas como jefe del poder ejecutivo para desmantelar la red de
sanciones económicas contra Cuba. En efecto, la Casa Blanca podría por
ejemplo restablecer el comercio bilateral entre las empresas
estadounidenses y cubanas, autorizar las inversiones estadounidenses en
Cuba y permitir que Cuba adquiera productos no alimenticios a crédito en
el mercado de Estados Unidos. Los sectores que dependen de una decisión
del Congreso son limitados y pueden ser esquivados por el poder
ejecutivo.
Desde su
imposición desde hace más de medio siglo, las sanciones económicas han
costado 125.000 millones de dólares a la economía cubana y constituyen
el principal obstáculo al desarrollo de la isla. Representan una grave
violación del Derecho Internacional y suscitan el oprobio de la
comunidad internacional que expresó otra vez su oposición a las medidas
de coerción impuestas a la población civil. Su levantamiento es
indispensable a la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados
Unidos.
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